Concilio VATICANO I
    (1869-1870)[968][085]

 
   
 


  
   Convocado por el Papa Pío IX en 1869, sus sesiones duraron hasta el 18 de Julio de 1870, en que hubo de interrumpirse por la guerra francoprusiana.
   Quedó a la espera de su reanudación, pero la toma de Roma por las tropas de Garibaldi, el 20 de Septiembre de 1870, al haber­se ausentado las tropas france­sas que protegían la ciudad de la temida y anunciada invasión, hizo inviable o inoportuna una reanudación posterior.

   1. Trayectoria conciliar

   El proyecto del Concilio era ambicio­so, intentando en un primer momento, proclamar una oposición frontal a los graves errores del momento: racionalismo, galicanismo, conciliarismo, liberalismo, socialismo, englobados en el concepto sintético de modernismo.
   Pero la clave del Concilio estuvo en el reconocimiento de la autoridad singular del Pontífice romano, en cuanto sucesor de Pedro. En medio de las disensio­nes ideológicas en que se enzarzaban los liberales, laicistas, racionalistas por una parte y los conservadores, tramontanos e integristas por otra, el tema de la infalibilidad absorbió la atención de los reuni­dos y de muchos otros desde fuera.
  El 29 de Junio de 1868 Pío IX convocó oficialmente el Concilio con la Bula Aeterni Patris. Se inició el encuentro de los Obispos el 8 de Diciembre siguiente con 747 Padres conciliares.
   Las sesiones conciliares tuvieron lugar en la Basílica de San Pedro del Vatica­no. La idea del Pontífice y de sus consejeros fue salir al paso del racionalismo y del galicanismo, opuestos por motivos dife­rentes a la autoridad del Pontífice. En la Constitución "Dei Filius" se recha­zo el racionalismo. en la constitución "Pastor Aeternus" se destrozó el galicanismo y el conciliarismo.
   La primera parte del siglo XIX conoció abundantes discusiones teológicas entre "tramontanos" (conservadores con ten­dencias integristas) y liberales, llamados con frecuencia progresistas y modernistas. Uno de los centros de discusión y discrepancia versó sistemáticamente sobre la autoridad pontificia.
   En ese momento eran frecuentes las opinio­nes teológicas de que la autoridad doctrinal del Pontífice sólo se hacia infalible en cuestiones de fe y costumbres si eran aceptadas por la Iglesia, es decir, por el Concilio.

   2. Cuestiones doctrinales

    La Supremacía del Primado en autoridad y en signif­icación en la Iglesia quedó reforzada en el Concilio. Pero no como "privilegio" desgajado de la infalibilidad de la Iglesia, sino dentro de la misión de regir, enseñar y santificar da por Cristo a sus seguidores.
    El deseo fue afian­zar esa autoridad eclesial en medio de tantas corrientes adversas estaba claro: "La Iglesia Ro­mana posee por dere­cho divino, la primacía de potestad ordinaria sobre todas las demás igle­sias. La jurisdicción del pontífice es verdaderamente episcopal e in­mediata. La Iglesia es, pues, monarquía de derecho divino, y el Papa recibe plena potestad directamente de Dios." (Aeternis Patris)
   El Concilio definió "apuradamente en la forma y solemnemente en el fondo", la infalibilidad Pontificia como dogma de fe, cuando "el Papa habla "ex cathedra". "Enseñamos y definimos ser dogma divinamente revelado que el Romano Pontífice, "cuando habla ex cathedra", esto es, cuando cumpliendo su encargo de pastor y doctor de todos los cristianos define por su suprema autoridad apostólica que una doctrina sobre la fe o las costumbres debe ser defendida por la Iglesia universal, por la asisten­cia divina que le fue prometida en la perso­na del bienaventurado Pedro, goza de aquella infalibilidad de que el divino Re­dentor quiso que estuviera provista su Iglesia en la definición de la doctrina y de las buenas costumbres; y, por tanto, que las definiciones del Ro­mano Pontífice son irreformables por sí mismas y no por el consentimiento de la Iglesia...
   Si alguno tuviera la osadía, lo que Dios no permita, de contradecir esta nuestra definición, sea anatema. (Denz. 1839) (Const. Dogm. sobre la Iglesia)
   La votación sobre la infalibilidad personal del Papa se hizo en el último mo­mento, 18 de Julio de 1979, con asistencia de 535 Padres, de los que sólo dos votaron en contra del documento en que se presen­taba. Otros aprovecharon la circunstancia de tener que marchar a sus sedes por el estallido de la guerra francoprusiana, para no hallarse en la votación. Unos 55 de ellos, con Dupanloup a la cabeza, escribieron una carta al Papa, anunciando que se ausentaban de Roma para no votar la cuestión negativamente y aprovechando el permiso obtenido para hacerlo por la gravedad de la situación bélica.
   Con esto se concluían las discusiones, pero no disensiones y oposiciones, en este conflictivo tema de la infalibilidad. Se paralizaba de momento el Concilio, que no habría de volver a reanudarse. Un grupo de teólogos e intelectuales centroeuropeos, con Juan I. Döllinger (1799-1890), luego Rector de la Universidad de Berlín y excomulgado en 1871, se declararon separados de una Iglesia que tales cosas defendía, se negaron a acatar la decisión y terminaron formando una iglesia o comunidad, en Alemania y Suiza, llamada de los "viejos católicos."
   La infalibilidad implica sólo la infalibilidad personal del Papa cuando, en el ejercicio de su autoridad apostólica y de manera intencionada y explícita, define algo de fe y de moral cristianas.  Las condiciones de este "magisterio, extraordinario" fueron claras. El Papa, como Primado de la Iglesia, participa personalmente de la infalibilidad de la misma Iglesia. Hay condiciones:
     a) Si se trata de materia referente al dogma o moral cristianos.
     b) Si se dirige a la Iglesia Universal.
     c) Si habla en su calidad de Maestro supremo de la cristiandad.
     d) Si tiene intención de definir una cuestión con su autoridad apostóli­ca.
     e) Si se explícita o se hace público ante la Iglesia de forma inequívoca.
   No afecta la definición al Magisterio ordinario, en el que el Papa es falible, aunque normalmente enseñe con especial autoridad moral, que merece el respeto y la aceptación de todos los fieles.
   En el Concilio se trataron otras cuestiones y se emitieron otros documentos, antes de su interrupción.
     - Definiciones sobre Dios creador y sobre la Revelación divina.
     - Aclaraciones sobre la Fe, como gracia de Dios, y de su armonía posible y necesaria con la razón.
     - Enseñanzas sobre la autoridad de la Iglesia y sobre el Primado
   -   Sobre la misión iluminadora de la Iglesia para los hombres de hoy.
     - Sobre el Primado del Papa y su establecimiento por el mismo Cristo.
   Los documentos conciliares fueron claros y sistemáticos. El Papa Pío IX los fue desarrollando en los años posteriores con encíclicas como la "Etsi multa luctuosa" del 21 de Noviembre de 1873, o en la "Quod numquam", del 5 de Fe­bre­ro de 1875.

 

 

 

  


 
 

 

 

   

 

 

 

 

  3. Efectos catequísticos
  
   El Concilio Vaticano I, aunque incon­clu­so, fue una ocasión para reforzar la autoridad del Papa ante los fieles. Ese fortalecimiento de la autoridad influyó mucho en la educa­ción de los cristianos en los años venideros.
   - A partir del Vaticano I, la figura pontificia cobró una dimensión especial de autoridad y de influencia...
   -   El rechazo del galicanismo, del modernismo y del conciliarismo fue total y las líneas de la educación religiosa se orientaron más por la obediencia y el respeto al Magisterio
   -  Se mantuvo hasta final de siglo el peso influyente de la apologética y de la dialéctica, sobre todo en ambientes intelectuales y universitarios, pero se argumentó en adelante más con razonamientos basados en la autoridad y no sólo en la lógica y en opiniones personales.
 -  Se desarrollaron actitudes más firmes sobre el valor de la fe, sobre la necesidad de apoyarse en la revelación y sobre la autoridad en la Iglesia, resaltando su necesaria independencia de los intere­ses y de los dictámenes de la auto­ridad civil.
    -  Se resaltó la diferencia, no oposición entre fe y razón, de modo que se fomento una ascética más ilustrada en el pueblo fiel y se hizo patente la necesidad de la cultura humana para entender mejor las cuestiones religiosas.
    -   Por otra parte, también es convenien­te recordar, que en determinados ambientes, como Alemania, Suiza, Inglaterra, las manipulaciones posteriores de los "viejos católicos" mantuvieron el res­coldo de la polémica antirromana. Se resucitó en ambientes influidos por los viejos católicos los antiguos fantasmas del galicanismo. Surgieron en algunos lugares actitudes más agresivas que ecuménicas en los más afines a la sumisión al Pontífice.
    El espíritu del Concilio quedaría siem­pre consignado en las palabras de la constitución "Pater Aeternus": "Para que... toda la multitud de creyentes se mantuviese en la unidad de la fe y de la comunión, colocó al bienaventurado Pedro sobre los demás apóstoles e instituyó en él el fundamento visible y el principio perpetuo de la unidad...
 ... Ya para la protección, defensa y crecimiento del rebaño católico, proponemos para ser creída y sostenida por todos los fieles... la doctrina acerca de la institución, perpetuidad y naturaleza del sagrado primado apostólico, del cual depende la fortaleza y solidez de la Iglesia toda".

     Itinerario del Concilio Vaticano I

   - PRIMERA SESIÓN: 8 de Diciembre de 1869
        Decreto de apertura del concilio. Bula Aeterni Patris. Profesión de fe
   - SEGUNDA SESIÓN: 6 de Enero de 1870
        Constitución dogmática sobre la fe católica
   - TERCERA SESIÓN: 24 de Abril de 1870'
        "Dei Filius": Constitución dogmática sobre la fe católica
            Capítulo 1: Sobre Dios creador de todas las cosas
            Capítulo 2: sobre la revelación
            Capítulo 3: Sobre la fe
            Capítulo 4: Sobre la fe y la razón
         Cánones
            Sobre Dios creador de todas las cosas
            Sobre la revelación
            Sobre la fe
            Sobre la fe y la razón
   - CUARTA SESIÓN: 18 de Julio de 1870
        "Pastor Aeternus": Constitución dogmática sobre la Iglesia de Cristo
            Capítulo 1: Acerca de la institución del primado apostólico en el bienaventurado Pedro
            Capítulo 2: Sobre la perpetuidad del primado del bienaventurado Pedro en los Romanos Pontífices
            Capítulo 3: Sobre la naturaleza y razón del primado del Romano Pontífice
            Capítulo 4: Sobre el magisterio infalible del Romano Pontífice
             Canones en cada capítulo.

     Posturas significativas ante la Infalibilidad en 1870

- Antiinfabilistas (los viejos católicos: altcatholiken)

    La rechazaron, por oponerse a la tradición y a la Escritura, Juan I. Döllinger (1799-1890) historiador, intelectual de Munich, sacerdote, miembro del Parlemento de Frankfurt en 1848. Excomulgado en 1871. Rector de la Universidd de Berlin en 1872. Con él se enfrentaron al dogma: Friedrich, Hubert, Schulte de Prusia.

   - Antioportunistas.

   Francisco Doupanloup, Obispo de Orleans. Con él se unieros otros. La vieron como admisible, pero inoportuna en ese momento por innecesaria. Católicos liberales como el conde de Montalembert (Charles Forbes de T 1810-1870), liberal, periodista de L'Avenir y de Le Correspondent. Opuesto, no negador.

   - Defensores.

     La admiten como oportuna, conveniente y defendible: Luis Veuillot (1813-1883), convertido, periodista en L'Univers. Libro de 1872 "Rome pendant le Concile". Con él la defendieron Dom Géranger, De Maestre y otros.